viernes, 17 de agosto de 2012

Cuento - El Sexto Chakra


Nuestro protagonista, que se llama Felipe, tiene (y tuvo toda su vida) una cuestión entre ceja y ceja. Sí, en el entrecejo.

Para entender bien lo que le pasa es necesario que les cuente rápidamente lo que son los chakras. La palabra chakra significa rueda, por ende los chakras hacen referencia a las ruedas o centros energéticos que se encuentran en distintas partes del cuerpo. Hay 7 principales que recorren la parte central de nuestro cuerpo y varios secundarios, en este caso nos vamos a situar en el número 6, más conocido como Tercer Ojo.

En sus primeros años de vida Felipe no se percató de lo que le pasaba, tal vez porque era muy chico para entenderlo. Resulta que periódicamente le picaba la zona del cuerpo donde se ubica el sexto chakra, llamado Ajná. Sus padres en su momento pensaron que rascarse la frente,  más precisamente el entrecejo, era solo el producto de un tic ante  situaciones que lo incomodaban o lo ponían nervioso. Pero a medida que pasaba el tiempo ese pequeño acto se había vuelto una especie de costumbre y el chico, ya no tan chico, se empezaba a dar cuenta.

Cercano a cumplir los 18 años el destino quiso que se cruce con un anciano en el colectivo, se notaba a la legua que este hombre con larga barba contaba con mucha sabiduría. Cuando vio la manera en la que Felipe se rascaba la frente lo miró fijamente a los ojos y le dijo que no lo haga, que deje librado su entrecejo y que trate de percibir lo que éste le quería decir. Nuestro protagonista lo miró con cara rara pero como le encantaban los desafíos dejó que la picazón se hiciera más intensa y cerró los ojos. En cuestión de segundos los volvió a abrir maravillado. En ese tiempo pudo visualizar al hombre que lo acompañaba en el colectivo bajarse en la parada donde había una clínica, muy feliz porque su hija se había recuperado completamente de una enfermedad que la tenía entre la vida y la muerte. El hombre le confirmó que esto era cierto y le contó lo que unos párrafos arriba les dije sobre los chakras, agregó que ese chakra, que al rascarlo de alguna forma lo bloqueaba, representa la intuición, la percepción y la clarividencia.

Pero como dice el refrán “no todo en la vida es color de rosa”, ahora que Felipe era consciente de esta situación empezó a afinar su sentido y pudo darse cuenta que el sexto chakra se activaba cada vez que se encontraba ante una persona que tenía las emociones a flor de piel, ya sea muy felices o demasiados tristes por situaciones que le tocaban vivir, y obviamente saber que le podría pasar algo malo a sus seres queridos no era de su agrado.

Convivió muchísimo años con esta dicotomía, no sabía si era o no una bendición poder anticiparse o ver más allá de la visión de los demás, le era difícil poder guardarse algo que sabía con certeza que ocurriría. Sin embargo, como dice otro refrán “el diablo sabe por diablo pero más sabe por viejo”, cuando Felipe llegó a la tercera edad comprendió que aquello que consideraba negativo de su relación con el tercer ojo no era más que una herramienta fundamental para el crecimiento personal de las personas de su entorno.

Fue así que un día antes del nacimiento de su nieta, una muy fuerte señal en su entrecejo anticipó la llegada. Una vez en la clínica tomó a la beba entre sus brazos y en un acto de profundo amor besó su frente. En ese instante pudo verse él mismo de bebé mientras lo sostenía su abuela y le daba el beso con el mismo cariño. Ahí comprendió que esa capacidad se la había transmitido ella, y que era el turno de que él se la traspase a su bella nieta. Ahora Felipe mirándola con inmensa ternura esperaba vivir muchos años más para explicarle a la nena lo que le había costado tanto tiempo dilucidar.  


Escrito por Nicolás Martín Valmaceda para el blog Signo por Signo

1 comentario:

tiberio dijo...

bonita historia, me agradado y da una leccion de qeuno hay que temerle a lo desconocido.
el libro de sueños